El logline que escribí sobre este proyecto de cuarentena dice así:
En medio del confinamiento a raíz de la pandemia del COVID19, Federico se entera que su pareja, Nati, piensa dejarlo y pretende volverse a su país. Luego de quedar quebrada su relación, ambos tendrán que convivir en cuarentena.

El argumento es ficción pura, pero encierra algunas cuestiones personales (vivir la pandemia en un país que no es el propio, los cierres de fronteras en momentos en que uno planeaba las fechas de un posible viaje), y también situaciones que muchas personas transitaron en este año de confinamiento (encierro, virtualidad, escasez laboral, complicaciones económicas, tiempos muertos, etc).
Una vez que el guion estuvo terminado y pensaba en cómo abordar la realización -entre los varios matices que tenía-, sentía que el foco debía estar en transmitir el encierro de una pareja en medio de una ruptura. La tensión, la impotencia y la incomodidad serían los puntos claves a tener en cuenta; también el hastío y la soledad. La construcción del clima y la atmósfera que reinaría en ese departamento sería el principal desafío, todo enmarcado en la pandemia del COVID19 y desde un lugar muy intimista.
Esto para mí era muy importante, hasta tal vez más que la historia propiamente dicha. Lograr esa construcción y transmitir esas sensaciones y emociones estaba en primer lugar, diría que por encima a contar la trama de la historia, aunque ésta estaría ahí, y sería fundamental para guiar el camino (y claramente lo fue).
Desde el guion, la historia se narra de forma bastante clásica, lineal, con una estructura dividida en 3 actos bien diferenciados por sus temáticas: el 1ro donde se cuenta la ruptura; el 2do se retrata la tensión de la convivencia en pleno confinamiento; y un 3ro donde se llega a una especie de armonía (spoiler).