La iluminación en CDMX 2020.

La mayoría de las escenas de nuestro guion eran INT. DÍA.
Teníamos algunas noches y un par EXT. DÍA.
En ese momento no lo sabía bien, pero suponía que los equipos para iluminar con los que contaríamos iban a ser mínimos (y así lo fue). Pero conocía muy bien la locación, muy luminosa, y siempre me había gustado como pegaba la luz a ciertas horas del día en diferentes épocas del año. No había mucho que hacer, la luz natural sería nuestra principal fuente de iluminación.

Para nuestra fotografía, lo que queríamos era trabajar con una luz suave y difusa, e intentar aprovechar las ventanas para hacer varios planos en contraluz y transmitir cierta oscuridad. Estas eran algunas de las referencias que había seleccionado para mostrar al equipo:

A Ghost Story – David Lowery

Sin embargo, finalmente no fueron tantos los planos donde hicimos esto, sólo en algunos momentos, como esta escena donde el personaje de ella está en el dormitorio:

CDMX 2020 – Aldana Troncoso en el personaje de Nati.

Intentamos aprovechar los mejores momentos de luz para cada escena, pero no siempre se pudo por cuestiones de producción y plan de rodaje. De todos modos, estoy muy contento con la propuesta de foto, y con el trabajo que hicimos con Luis, el director de fotografía.

Propuesta de cámara CDMX 2020.

Cómo ya dije en la anterior entrada sobre el formato, queríamos que los personajes no respiren, y -por momentos- estar muy cerca de ellos. A su vez, que tengan poco espacio cuando son retratados en conjunto: buscábamos que se superpongan entre sí, que se estorbaran dentro del encuadre, lo que enfatizaría la incomodidad y sobre todo la tensión entre ellos.

Escenas de la vida conyugal – Ingmar Bergman

Otra decisión, acompañada con la puesta en escena y sobre cómo íbamos a disponer -y mover- los personajes en el espacio, fue que ellos -en la mayoría de las escenas- se dieran las espaldas. Evitar el cruce de sus miradas.

La principal referencia para estas decisiones fueron las películas de Ingmar Bergman; el director sueco es siempre un referente para mí, y es algo que a Luis, el director de foto de CDMX 2020, ya le había propuesto para el cortometraje anterior Lo Que Fue (aunque fue otro tipo de búsqueda visual).

La vida de las Marionetas – Ingmar Bergman
CDMX 2020
Lo que fue

Para este tipo de encuadres conjuntos, donde ambos personajes comparten plano, optamos por una óptica 35mm, ya que es bastante normal pero se acerca lo más posible a los angulares. El enfoque iba a estar en el personaje que se encontrara en primer plano, desenfocando a quién esté en el fondo. Esto se mantendría al servicio del «estar cerca», de la falta de aire, el agobio, el encierro.

La “cámara en mano”  fue otra de las decisiones que nos valían narrativamente para el corto, y a su vez resolvían cuestiones de producción. Aunque contábamos con trípode en caso de optar por la estabilidad de la imagen, y también con un gimbal si queríamos hacer movimientos fluidos y flotantes, la cámara en mano nos daba por un lado -y más importante- cierta tensión y molestia, algo que iba acompañar a los sentimientos de los personajes, y por el otro, iba agilizar mucho el rodaje y los tiempos de nuestro plan, que ya veíamos iba a estar bastante comprimido.

La idea de la cámara en mano no era que fuera muy desprolija, ni con movimientos bruscos. Sería como hacer planos fijos pero con cierto movimiento inestable, leve. En aquel momento de la preproducción pensaba que no utilizaría movimientos que provocasen cambios de emplazamientos, sin embargo, luego de cerrar el guion técnico incluí ciertos movimientos de cámara, pequeñas correcciones, paneos, tills de necesidad narrativa. Además de incorporar algunos travelling de seguimiento de personaje, y hasta una escena -pequeña- completamente en plano secuencia.

El formato en CDMX 2020.

En mi entrada anterior había contado un poco sobre cuándo el guion ya está terminado y hay que pasar a la preproducción. En ese momento tenía varias ‘palabras claves’ que no quería perder de vista al encarar este proceso, sobre todo a la hora de plantear los lineamientos estéticos. Entre ellas estaba la palabra tensión (pensando en la relación entre ambos personajes), impotencia e incomodidad (pensando en cada uno por separado), bronca (en el personaje de él), culpa (en el personaje de ella -sólo en ciertos pasajes del corto-). Encierro, hastío y soledad también jugarían. Estás palabras estaban escritas en mi mente para leerlas cada vez que iba a tomar una decisión.

Estando en la pre, sabía que íbamos a tener muchas limitaciones a la hora de rodar, y que había que hacer de eso algo que no nos jugara en contra. Pero la verdad es que siempre sentí que el mismo guion podía hacer de nuestras limitaciones algo a nuestro favor, principalmente por lo que íbamos a contar. Por ejemplo, la utilización de la luz natural como fuente principal de luz era algo positivo para nuestra historia; lo mismo la cámara en mano o los encuadres cerrados en primeros planos. Entendía que, por un lado, eran nuestras pocas opciones de producción, pero por el otro también, sinceramente, eran los recursos (estéticos-narrativos) que queríamos utilizar.

Una de las primeras decisiones que tomé fue el formato 1.33:1, más conocido con 4:3, por tener un aspecto bastante cuadrado.

CDMX 2020 – Fede Farrell interpretando a su personaje.

El formato es la proporción entre el ancho y el alto de una imagen.  Existen varios formatos, y todos fueron utilizados en diferentes películas a lo largo de la historia. El más común es el 1.85:1 que es un formato bastante rectangular, muy cercano a un 16:9 (que utiliza la televisión).

Como dije, en nuestro caso optamos por el más cuadrado posible (sigue siendo rectangular, pero casi) dentro de los utilizados por el cine. Era la primera vez que iba a trabajar con un aspecto así para un proyecto personal (antes había usado formatos muy panorámicos, como en Lo Que Fue que utilizamos el 2.35:1). Sentía que era lo mejor, que reforzaría el encierro que queríamos transmitir. El aspecto casi cuadrado iba ayudar a que no haya tanto aire en los encuadres, sumado a que pretendía acercarme mucho a los personajes y que ellos no puedan respirar.


Y, como ya mencioné, de cara a la producción iba a ser bueno para el trabajo de arte y los escenarios, para no tener que ambientar tanto…

En mi próxima entrada sobre CDMX 2020, siguiendo con la propuesta estética y el acercamiento visual, quiero escribir sobre los encuadres y las composiciones, algo que va muy de la mano con la decisión de formato.

CDMX 2020. Abordando la pre-producción.

El logline que escribí sobre este proyecto de cuarentena dice así:
En medio del confinamiento a raíz de la pandemia del COVID19, Federico se entera que su pareja, Nati, piensa dejarlo y pretende volverse a su país. Luego de quedar quebrada su relación, ambos tendrán que convivir en cuarentena.


El argumento es ficción pura, pero encierra algunas cuestiones personales (vivir la pandemia en un país que no es el propio, los cierres de fronteras en momentos en que uno planeaba las fechas de un posible viaje), y también situaciones que muchas personas transitaron en este año de confinamiento (encierro, virtualidad, escasez laboral, complicaciones económicas, tiempos muertos, etc).

Una vez que el guion estuvo terminado y pensaba en cómo abordar la realización -entre los varios matices que tenía-, sentía que el foco debía estar en transmitir el encierro de una pareja en medio de una ruptura. La tensión, la impotencia y la incomodidad serían los puntos claves a tener en cuenta; también el hastío y la soledad. La construcción del clima y la atmósfera que reinaría en ese departamento sería el principal desafío, todo enmarcado en la pandemia del COVID19 y desde un lugar muy intimista.

Esto para mí era muy importante, hasta tal vez más que la historia propiamente dicha. Lograr esa construcción y transmitir esas sensaciones y emociones estaba en primer lugar, diría que por encima a contar la trama de la historia, aunque ésta estaría ahí, y sería fundamental para guiar el camino (y claramente lo fue).

Desde el guion, la historia se narra de forma bastante clásica, lineal, con una estructura dividida en 3 actos bien diferenciados por sus temáticas: el 1ro donde se cuenta la ruptura; el 2do se retrata la tensión de la convivencia en pleno confinamiento; y un 3ro donde se llega a una especie de armonía (spoiler).

EXPRIMIDA. Montaje y guion técnico.

En mi anterior entrada al blog comentaba sobre la importancia que en mí tiene trabajar con un guion técnico.

Cuando comienzo el guion técnico de un proyecto, aunque parezca que es una búsqueda más visual -porque tiene que ver con la cámara, con los lentes, etc-, para mí es una cuestión muy de montaje, de tiempos y ritmos, que en definitiva no tienen que ver con la puesta en escena, sino con la puesta en serie. No es lo mismo plantear una escena de 2 minutos con un sólo plano general, que otra de 30 segundos con muchos planos de diferentes tamaños. Es cierto que es un “todo”, se piensa todo al mismo tiempo, es una búsqueda visual pero también rítmica… En definitiva siempre termina siendo una búsqueda narrativa.

En Exprimida hay dos puntos de vista (PDV) desde donde se contará la acción: el principal de nuestra protagonista Camila, que se utilizará en la mayoría de las escenas. El otro es el de los padres, que sólo tendrá preponderancia en las pocas escenas donde están ellos sin su hija. 

Por eso, cuando me puse a trabajar el guion técnico, me he dado cuenta que me gustaría que haya dos formas diferentes de abordar el montaje dependiendo el PDV que estemos utilizando. Por ejemplo, las escenas de Camila las imagino con bastantes cortes de plano y movimientos de cámara; generar un ritmo un poco frenético, para poder transmitir el vértigo que está viviendo el personaje, intentando relacionar los cortes de plano con su proceso mental. Por el contrario, las escenas trabajadas desde el PDV de sus padres, prefiero los planos fijos y más largos. Se subrayará su parsimonia, un ritmo lento, de pocos cortes; un acercamiento más contemplativo. Se apelará a una economía de planos, resolviendo las escenas con una o dos puestas. Estas serán fijas y estables.

Esto es un ejemplo de cómo en el guion técnico se trata de pensar la puesta en escena (la cámara y personajes) pero también ya imaginando el montaje. Saber que se van a utilizar variedad de encuadres, con diferentes tamaños de planos, con cámara en mano para generar inestabilidad y lentes angulares, es una cuestión en principio visual, pero también ya está condicionando la edición.

EXPRIMIDA. Trabajar temprano el guion técnico.

El guion literario de una película es una herramienta de la escritura cinematográfica despojada de elementos técnicos de producción y puesta en escena. Digamos que su principal objetivo es la narración, contar la historia, y poder visualizar la película. El guion técnico, por su parte, es una herramienta posterior, mucho más cercana a la fase de producción. En ella sí se anotan minuciosamente cuestiones de puesta en escena, como indicación de cámara, los movimientos de personajes en el espacio, etc. Suele haber muchas formas de hacer un guion técnico, y depende de cada director/a, pero la más común es la que detalla uno a uno cada plano que se rodará de cada escena.


Muchos cineastas no les gusta trabajar con guion técnico, prefieren hacer sólo marcas en el guion literario, y hasta afirman que van en blanco al set e improvisan la puesta de cámara según lo que les inspira el momento (por lo menos eso es lo que dicen). Pero es cierto que la mayoría que emprende la filmación de una película lo utiliza. Para mí es una herramienta fundamental y me gusta trabajar tempranamente con ella, utilizarlo desde el comienzo de la preproducción. Me resulta muy importante para poder planear las otras necesidades como el presupuesto, el plan de rodaje, etc.

Mis primeras versiones de guion técnico son muy libres y -digamos- desprolijas. Comienzo con anotaciones al margen del guion literario, escribiendo sobre en dónde pondría la cámara, o especificando que lente usaría para determinada acción, si habría movimiento o sería fijo, todo de forma bastante rápida e intuitiva. Luego hago algunas «plantas» (dibujos de los espacios vistos desde arriba, que permiten entender rápidamente, y de forma muy visual, como se resuelve una escena, con cuantos planos, etc). Ahí empiezo a imaginar la puesta en escena, como se mueven los personajes y la cámara. También algunas veces llego a hacer algunos dibujos (que luego pueden terminar siendo parte del storyboard, aunque no siempre trabajo con ellos). Finalmente paso todo en limpio y hago el guion técnico final.

Esto es muy práctico tanto para mí como para el resto del equipo.

Hacer el guion técnico tan temprano es entender que puede sufrir cambios, y es estar preparado para eso. Puede ser muy contraproducente aferrarse a lo que uno imaginó y luego encontrarse que esas condiciones no son las mejores. Por ejemplo, sucede mucho a la hora de hacer el scouting. Aunque se buscan las locaciones intentando que cumplan con la puesta en escena que uno imagina, muchas veces te encuentras con la locación ideal por otros motivos (ya sea que es increíblemente visual, o por que es la que cumple perfecto con la paleta de colores, o el sonido, o hasta porque en términos de producción es la que resulta más conveniente). Ahí es bueno estar abierto y pensar en hacer las modificaciones pertinentes si éstas no se adaptan 100% al guion técnico. Lo mismo sucede cuando ensayas con actores, empiezas a encontrar que ciertos movimientos de personajes no son acertados u otros son mejores, o que tal plano no suma y tal otro sería mucho mejor, y así con todas las decisiones de la preproducción.

Por este motivo, para mí el guion técnico es una guía fundamental pero está completamente abierta a modificaciones.

EXPRIMIDA. Explorar los por qué.

Como comenté en mi anterior entrada, he retomado el trabajo de corrección de guion de Exprimida, y siento que llegué a una versión bastante más acabada. He mejorado varios aspectos como los personajes y los diálogos, también he trabajado las escenas para conseguir reforzar su aspecto visual -contar lo máximo posible con imágenes-. Además, he fortalecido aún más la escritura, tanto desde el formato, pasando por las descripciones, hasta apuntalar el ritmo, el tono y la atmósfera que pretendo impregnarle.


Confieso que aún intento descubrir de qué va el guion. ¿Debería saberlo ya? La verdad que no necesariamente. Soy de los que piensan que un guion te tiene que provocar ganas de contar esa historia que contiene, aunque no sepas bien que es lo que se quiere expresar. Justamente, a veces, la idea es ir descubriéndolo en el proceso, ir entendiendo de qué va el proyecto a medida que se va haciendo. Ya habrá tiempo de entender que es eso que a uno lo apasiona del texto.

Alguna vez dijo Almodovar que el cine es exploración, que hace películas para descubrir cosas por sí mismo, y que nunca sabe explicar de qué va la película hasta que la acaba. Algo parecido piensa David Cronenberg, quien afirma no saber que le atrae de un proyecto y sólo cuando se encuentra haciéndolo es cuando logra entenderlo. O, por último, Wim Wenders, que dice que hay dos formas -o razones- de hacer cine. La primera es tener una idea muy clara y con eso ir a hacer la película. La segunda, por el contrario, es hacer el film para descubrir lo que estás tratando de decir.

Hoy estoy bastante lejos de la respuesta a: ¿por qué escribí esto? o ¿por qué tengo ganas de filmar esto? Sólo sé que quiero hacerlo, que hay algo que me atrae, y sobre todo sé que hay cosas por descubrir y aprender (y para eso necesito avanzar con este proyecto).

EXPRIMIDA. Corrigiendo un poco el guion.

Algo bastante normal del proceso de pre-producción, es sentir, al leer el guion, que aún no está cerrado, que se puede seguir trabajando y mejorarlo bastante (sobre todo cuando tomas un guion recién salido del horno).

Con Exprimida, pienso que hay varias escenas que tienen situaciones forzadas, que no se sienten naturales. Está bien que un diálogo dicho por un personaje sirva para llevar la narración hacia el lugar que uno necesita, o develar cierta información trascendente, pero la gracia está en crear las condiciones para llegar de forma orgánica a ese momento donde el personaje dice lo que dice. Ahí está el trabajo, en ser sutil, y que todo fluya naturalmente. Y en estos casos nada tiene que ver el “cómo” está escrito el diálogo en sí (que también es importante para que suenen naturales), sino en «dónde» y en «qué» momentos son dichos.

Si bien en el guion de Exprimida estos diálogos están justificados, podrían trabajarse las escenas para que se desprendan mucho más puros.

EXPRIMIDA. Referencias visuales, Edgar Degas.

Édouard Manet y Mme. Manet (1976) – Edgar Degas

El acercamiento a la pintura de este artista del siglo XIX nos sirve desde varios aspectos para el proyecto de cortometraje Exprimida. Un poco por los temas que trata, otro poco por su técnica (óleo, pero también el pastel); también sus pinturas mayormente de espacios interiores y su trabajo de la luz; pero sobre todo porque en varios de sus cuadros maneja los colores de la paleta que mencioné en la anterior entrada a este blog.

La absenta (1976) // Paleta amarilla, personaje de Isabel.
La espera (1880-82) // Paleta del polo cálido al frío; los marrones y rojos de Oscar hasta los azules de Camila.
Interior (1868–69) // Paleta nocturna, cuando los rojos-anaranjados comienzan a dominar la imagen.

También, me interesa la textura que logra con la técnica del pastel. 

Mujer inclinada (1884)
Mujeres planchando (1984)

Esto es algo difícil de conseguir en cine (salvo que hagamos el efecto en post-producción con lo cual dudo que se obtengan buenos resultados). Sin embargo, la referencia es válida para poder hacer, desde nuestras posibilidades, lo que tengamos a la mano para tal fin de acercarnos lo más posible a esas texturas ásperas. Es tenerla presente a la hora de elegir las paredes de las locaciones por ejemplo, o los vestuarios, etc. 

La bañera (1886)
Mujer en la bañera (1886)

También, podríamos considerar el grano como una opción para conseguir cierta textura en la fotografía.

Woman’s Back (1976) – Donald Dietz / Extraída del libro The Polaroid Book

Como la posibilidad de fotografiar el cortometraje en fílmico es muy poco probable -por no decir imposible-, ya que los presupuestos que manejamos en nuestras producciones no lo permiten, la opción del grano es casi nula. Al trabajar en digital contamos con «ruido», que es muy diferente al «grano». El ruido digital suele estar muy mal visto, hasta para algunos es considerado como un error que deviene de una mala exposición fotográfica. Sin embargo, yo no pienso eso, y creo que podría ser una opción la de utilizar sensibilidades con valores de ISO altos para aportarle cierto ruido a la imagen.

Series: Eva Contra Eva; Spot publicitario «Tefal» (1991) – Maria Grazia Federico / Extraída del libro The Polaroid Book

En verdad, tengo muchas dudas sobre esto… pero podría ser. Lo tendré que hablar con el director de fotografía.