En mi entrada anterior había contado un poco sobre cuándo el guion ya está terminado y hay que pasar a la preproducción. En ese momento tenía varias ‘palabras claves’ que no quería perder de vista al encarar este proceso, sobre todo a la hora de plantear los lineamientos estéticos. Entre ellas estaba la palabra tensión (pensando en la relación entre ambos personajes), impotencia e incomodidad (pensando en cada uno por separado), bronca (en el personaje de él), culpa (en el personaje de ella -sólo en ciertos pasajes del corto-). Encierro, hastío y soledad también jugarían. Estás palabras estaban escritas en mi mente para leerlas cada vez que iba a tomar una decisión.
Estando en la pre, sabía que íbamos a tener muchas limitaciones a la hora de rodar, y que había que hacer de eso algo que no nos jugara en contra. Pero la verdad es que siempre sentí que el mismo guion podía hacer de nuestras limitaciones algo a nuestro favor, principalmente por lo que íbamos a contar. Por ejemplo, la utilización de la luz natural como fuente principal de luz era algo positivo para nuestra historia; lo mismo la cámara en mano o los encuadres cerrados en primeros planos. Entendía que, por un lado, eran nuestras pocas opciones de producción, pero por el otro también, sinceramente, eran los recursos (estéticos-narrativos) que queríamos utilizar.
Una de las primeras decisiones que tomé fue el formato 1.33:1, más conocido con 4:3, por tener un aspecto bastante cuadrado.

El formato es la proporción entre el ancho y el alto de una imagen. Existen varios formatos, y todos fueron utilizados en diferentes películas a lo largo de la historia. El más común es el 1.85:1 que es un formato bastante rectangular, muy cercano a un 16:9 (que utiliza la televisión).
Como dije, en nuestro caso optamos por el más cuadrado posible (sigue siendo rectangular, pero casi) dentro de los utilizados por el cine. Era la primera vez que iba a trabajar con un aspecto así para un proyecto personal (antes había usado formatos muy panorámicos, como en Lo Que Fue que utilizamos el 2.35:1). Sentía que era lo mejor, que reforzaría el encierro que queríamos transmitir. El aspecto casi cuadrado iba ayudar a que no haya tanto aire en los encuadres, sumado a que pretendía acercarme mucho a los personajes y que ellos no puedan respirar.
Y, como ya mencioné, de cara a la producción iba a ser bueno para el trabajo de arte y los escenarios, para no tener que ambientar tanto…
En mi próxima entrada sobre CDMX 2020, siguiendo con la propuesta estética y el acercamiento visual, quiero escribir sobre los encuadres y las composiciones, algo que va muy de la mano con la decisión de formato.